La lluvia de hoy, la piscina de mañana. |
Estaba toda España a punto de quemar con alegría la página del refranero donde pone “En Abril, aguas mil”, cuando la Semana Santa se nos ha pasado por agua. Bueno, pasado, rebozado, bañado, empapado y enjuagado, porque entre granizo, lluvia, tormentas y lágrimas, la mitad de los pasos se han quedado resguardados en sus respectivas iglesias. Y aunque es una pena, tenemos que pensar que el año que viene la Semana Santa cae antes y la cogeremos con más ganas. Ahora hay que poner miras en la Pascua. Sí, esa fiesta que nos estropea la operación biquini con todos esos huevos y conejos de chocolate. Con lo bien que íbamos con el ayuno y la abstinencia ¿verdad? Y tú veinteañero o adolescente, ve pensando en que ese libro que te regalaron el sábado es para que te lo leas, no para que adorne la estantería, atrévete, que te va a gustar ¡vamos! Que nos han dicho que no leemos y entre eso y la generación ni-ni, no vamos con buena fama los de los 90…
La boca agua. |
Pero dejando aparte el incesante crecimiento de la incultura, decía que tenemos que ir pensando en la Pascua, ya no en la festividad más importante del calendario cristiano, ni en Pentecostés, no, no… En la que nos puede hacer el gobierno en cualquier momento, que ahora vienen unos días de diario muy malos, y para el verano todavía queda, en La Moncloa se aburren, y con un cerebro tan reposadito y descansado, se anuncian posibilidades de que nos hagan la Pascua. Y no de las que traen huevos, sino de las que los mandan… En cualquier caso y para no pecar de agorero o cenizo, os deseo en todos los sentidos y de corazón unas: ¡Felices Pascuas!