Mujer
La que amamanta, la que más se ocupa y se preocupa. La que da a luz, la que más sufre. La que más cuida su imagen. La mujer. Es incomprensible cómo una civilización, si es que se le puede llamar así, puede hacerle tanto daño a la mujer. Es inexplicable que una cultura, si es que eso es cultura, pueda denigrar así a un género entero, sólo por ser mujer. Sólo por ser la que nos puede hacer sentir escalofríos con un roce. La que nos puede paralizar con una mirada. La que dedica tanto tiempo a estar tan guapa. No se explica que halla países enteros que crean inferior al sexo en cuyo interior hemos estado viviendo meses. Es inhumando tratar a golpes al género que nos ha estado acariciando desde nuestro nacimiento hasta el fin de su existencia. Es irracional creer que el sexo débil es el que nos puede hipnotizar sólo con su forma de caminar. La existencia de estas creencias sí que denigra al hombre. Este radicalismo deshumaniza al hombre. Estos dogmas deben avergonzarnos a los hombres. Porque no hay nada más indigno y desagradecido como mal tratar al primer hogar, a la más cuidadosa, a la más comprensiva, a la más cariñosa. A ella.
La TV de Hoy
La mayoría de la gente piensa que en España tenemos una mala televisión, o lo que se denomina popularmente: telebasura. Pero lo cierto es que la mayoría de los contenidos que podemos encontrar en las parrillas televisivas son blancos. Entretenimiento inocente, de buen gusto, en ocasiones cultural y con humor inteligente. El debate que se debería plantear es el de porqué la telebasura es lo que más consumo televisivo tiene. Cómo es que programas tipo “reality show” son los que más atraen a la audiencia.
En la actualidad hay canales cuya programación está repleta de entretenimiento consistente en burlas a ideologías contrarias a la suya, ordinarieces barriobajeras de boca de gente inculta, casi analfabeta, y programas cuyo público objetivo parece ser la decadente y avergonzante generación ni-ni. Pero en una sociedad en la que constantemente están muriendo empresas y creciendo el paro, es normal que cuando cojamos el mando queramos olvidarnos de todo. Y desde luego es comprensible, que entretenga más la vida de Belén Esteban a la del lince ibérico. La culpa reside tanto en unos, como en otros. Los canales de televisión buscan sólo ganancias y los telespectadores entretenimiento. Si no nos pusieran programas como Gran Hermano, evidentemente, no se verían, pero si lo ponen es porque tiene demanda y da dinero. Lo que está claro es que con la diversidad de canales, estos programas ya no se imponen, se eligen. Y tristemente ha sido España la que ha elegido en el último EGM la telebasura como líder de audiencia.
Volver a empezar
Por la ventana. Sin mucha fuerza, pero con algo de puntería, la tiré por la ventana. Y aún humeante y encendida, caía los seis pisos a toda prisa, para estrellarse contra el suelo, con un ruido sordo y débil, seguramente imperceptible para los vecinos que ya dormían. Observada por mí, con cautela de que no se acercase a las sábanas y demás ropas tendidas por el patio de mi casa. Algunas luces estaban encendidas mientras me la estaba fumando, pero nadie me vio, que yo sepa, claro. Pensé en aquella chica que se sentó hoy detrás de mí en clase, que me dijo que me había visto por mi barrio, y a la que le pedí su nombre para buscarla en aquella red social. Y otra calada. Pensé en que al día siguiente tenía que levantarme a las siete de la mañana. Y el humo volvía a inundar mis pulmones. Pronuncié en voz baja mis pensamientos, sólo por el placer de pronunciar unas palabras delicadamente mientras el humo se escapaba entre mis labios y dientes. Otro artículo para mi blog, otro soplo de inspiración, que bien podía gustar o no, pero escrito a la una y media de la mañana, sólo por el placer de escribirlo, por la apetencia de dejar plasmada la realidad de todas mis noches. Por legar por escrito a mis futuros “yoes” que hubo un tiempo en que todas las noches, cuando el patio estaba en completo silencio, mi mundo se detenía. En la madrugada, el ruido de un mechero, la luz de una colilla, y el susurro de un veinteañero escudriñando cómo había sido su día y cómo sería el siguiente. Después la vida diaria comenzaría, de nuevo, sumergiéndome en el mundo de la literatura, y luego en el de los sueños, para despertar en el real, que aunque parezca mentira, me estaba gustando igual o más que los otros. Una conversación más, una clase más, una mirada más, un trabajo más, otro capítulo, otro cigarro, otro artículo, otro día, otra noche… Para mí todo comienza, tirándola por la ventana.
Carlos Herrera
Por que es la viva imagen de mi meta profesional. Porque levanta a España todas las mañanas con una gracia que envidio, aunque creo que podría tener. Porque también escribe su opinión sobre la actualidad en ABC y en XL Semanal, lo que conlleva dos cosas: Que su opinión es, no sólo oída, sino también leída; Y que juega al medio radiofónico y al escrito, lo que también me gustaría hacer a mí cuando llegase a su posición. Porque de lunes a viernes está seis horas y media haciendo lo que más le gusta, y por ello los viernes se entristece y los lunes son una fiesta. Porque sufrió un intento de asesinato de E.T.A. por su forma de pensar, así que me parece muy valiente por su parte seguir en la misma línea a pesar de amenazas. Porque cuando habla la gente le escucha. Carlos Herrera me resulta interesante porque en un futuro (espero no muy lejano) me gustaría ser él.
Edurne Uriarte
Titulada en Ciencias políticas y Periodismo es catedrática por la Universidad del País Vasco y ejerce actualmente su cátedra en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha participado, y lo lleva haciendo desde hace tiempo, en debates y mesas redondas en medios como COPE (Así son las mañanas) o Telemadrid (Madrid opina). Y es columnista del periódico ABC. Además sufrió un conato de atentado de E.T.A. por su forma de pensar, por lo que me parece muy valiente por su parte seguir en la misma línea a pesar de amenazas. Edurne Uriarte siempre ha mantenido el talante en los debates y ha respetado a sus oponentes por muy ofensivos que pudieran resultar sus intervenciones, pero siempre sometiéndoles finalmente bajo el yugo de la verdad, con irrefutables argumentos y una riqueza léxica y una sabiduría histórica y política que admiro, y que me gustaría tener algún día.
Arturo Pérez-Reverte
A muchos admiro por una verborrea léxica que yo no sé si podré llegar a tener algún día. A otros por su facilidad de expresión, ya sea sobre el papel o en oratoria. Arturo Pérez-Reverte me gusta, tanto por su estilo al escribir, como por su gracia y su capacidad. Sólo de él me esperaba que su última ‘Patente de Corso’ (Su columna en XL Semanal) la dedicase a insultar y humillar a un niñato con el que se cruzó una tarde con su coche y se pegó un susto de muerte. Sólo él podía haber escrito un artículo que finalizase con un: Hijo de la gran… y no por ello dejar él de ser brillante, y sublime su forma de plasmar sus sentimientos en el papel.