Don Juan Carlos I en el escenario de su discurso. |
Si
la semana pasada hablábamos de la Casa Real y su esperado discurso de
Nochebuena, hoy se comentan en mercados, oficinas, bares y colas del paro las palabras
que Don Juan Carlos I ha querido dedicarnos este año. Un discurso que se
actualiza con el tiempo en cuanto a la estética televisiva se refiere.
Diferentes planos, zooms progresivos, y un árbol de navidad y un belén
discretos y elegantes. El Rey, en su afán de cercanía en estos tiempos
difíciles, en los que sabe que algunos buscamos un cambio en el sistema
político, ha querido acercarse a su pueblo. Pero quizá desmesuradamente. No sé a
ustedes, pero a mí me ha chocado en gran medida desde el principio, cuando se
ha dirigido a los 47 millones de personas que conformamos el pueblo español
tuteándonos. Desconozco si lo ha hecho otros años y este, que me he interesado
más, me he dado cuenta yo, pero que el Rey de España se dirija a sus súbditos de
tú es más que frivolizar su cargo y su lugar dentro de la dirección de nuestro
país. El idioma español en su inmensa riqueza tiene una forma para dirigirse a
personas desconocidas y es el usted. Y si ni el Rey lo utiliza, ya podemos
llevarnos las manos a la cabeza aquellos a los que la educación y las buenas
maneras que ha habido en este país echamos cada vez más en falta. Es un error
social y una falta grave protocolaria el dirigirse coloquialmente a personas
desconocidas, y a mí me desagrada y considero una falta de respeto, aunque sea
un veinteañero “mindundi”, que un desconocido me tutee. Sea un chiquillo de la
calle o sea el Rey de España.
El príncipe de Asturias con la princesa y las infantas. |
No
soy antimonárquico aun creyendo férreamente en la democracia, y que una mayor
división de poderes es posible, partiendo de la base de que en este país no
existe. Y apoyo la monarquía porque lo contrario sería elegir a otra persona
cada equis años con la misma o parecida preparación que el Presidente del
Gobierno. Mientras que ahora tenemos asegurada una persona que nos puede caer
mejor o peor, pero cuya realidad es que ha sido (ya no educada) sino criada
para gobernarnos. Y esa certeza es la que tenemos todos los que esperamos vivir
el reinado de Felipe VI. Al que por cierto, nuestro amigable Rey, también se ha
querido dirigir. Para sorpresa de muchos, también ha querido condenar en su
discurso el mal ejemplo de algunos miembros de las instituciones públicas. Y es
que claro, su yerno no es el único… El cruce de piernas ha sido reconfortante
para los preocupados por su salud y el anillo azul también ha tenido su
polémica. Pero con lo que el Rey ha cumplido su misión este año ha sido con la
foto de los dos presidentes que ha tenido España este año, con su mensaje de
poseernos en su orgulloso corazón y pidiendo que hagamos un esfuerzo en pos de
una España unida y fuerte. Que es lo que pido yo, y muchos de los que se
dedican a hablar a los españoles directamente (y siempre de usted). Sin el
objetivo de que se nos atragante la gamba navideña o se nos vaya por mal sitio
el cava (o sidra achampanada en mi caso). Hay que recordar que siguen los
disturbios con los católicos en África, en cuyo cuerno permanece el hambre.
Pero bastante tenemos con lo que nos encontramos a la puerta de nuestra casa.
Sólo les pido que cuando vean esa vajilla que sacan dos veces al año cubierta
de marisco y carne con exquisitas salsas y acompañada de esas heredadas copas
en las que no falta el vino, se acuerden de un señor que este año no ha podido
entrar en el comedor de cáritas donde va todos los años. Porque seguro que ese
señor, este año, existe, y no sólo uno. El próximo artículo será el año que
viene, así que ¡próspero año nuevo!