jueves, 9 de febrero de 2012

La España de competición

Alberto Contador. 
Después de que la reina Isabel II de Gran Bretaña copase las portadas del lunes con el 60 aniversario de su subida al trono, y de que los países anglosajones pertenecientes a la Commonwealth lamiesen todo lo que le tenían que lamer a la octogenaria reina. El Partido socialista se reestructura después de sus elecciones primarias. Don Faisán, naturalmente se asienta en el puesto de secretario general pidiendo una oposición útil basada en consensuar, discrepar y confrontar. En mi modesta opinión, pocas veces se oyen frases tan contradictorias, claro que, teniendo en cuenta su procedencia no tenemos motivo para sorprendernos. Por su parte, Chacón, por no salirse de la norma socialista, hace amago de ayudar y apoyar, pero desde la distancia y sin que se note. O eso parece cuando rechaza cualquier cargo en la Ejecutiva o en el Congreso pero dice poner a disposición de Rubalcaba su ayuda para esta nueva etapa del partido. En resumen, se acabaron los «mimitos» en el PSOE. 


España de campeones. 
Pero dejando por una vez la competición política al margen. España entera se queda atónita al enterarse de que el mejor ciclista del mundo, Alberto Contador, es condenado por un, todavía supuesto, caso de dopaje. Si alguien se preguntaba si en occidente la justicia podía no ser justa ha hallado la respuesta. Porque desde luego, este periodista en fase «beta», no cree que un tribunal sea justo si considera que todo el  mundo es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Y los franceses, aún no conformándose con eso, aprovechan para ridiculizar a todos y cada uno de los deportistas españoles, famosos en todo el mundo por su mérito. Que si Nadal orinando combustible, que si Casillas firmando con jeringuillas. Incluso caricaturizando a la recién descubierta gioconda madrileña poniéndola de adicta a los anabolizantes. En definitiva, todo un torrente de burlas y mofa, que no ofenden, porque no pueden. Pero que hace salir a la luz una envidia putrefacta y antigua de la que no se libran los que siempre han mirado por el encima del hombro a sus vecinos del sur, que son  reconocidos campeones del mundo. 

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