lunes, 14 de enero de 2013

Escarmentar

Ana Pastor, Artur Mas, Mariano Rajoy y
el príncipe Felipe de Borbón
Hay cosas que nunca cambian, o al menos, que es muy difícil que cambien. Y si los fantasmas del año pasado nos tienen que perseguir, mejor que sea la paletería de Artur Mas. Había que verle sentado con el príncipe heredero de España, el presidente del Gobierno y la ministra de fomento, queriendo adoptar una postura holgada y forzosamente relajada, o chula, aunque para eso le falte casta. Es un desperdicio que, pudiendo estrenar otros tramos de nuestro soberbio AVE, tecnología española exportada al último rincón del mundo, tenga que ser el catalán el primero después de su comportamiento con el resto de los españoles (con perdón de los catalanes). Después de las humillantes solicitudes de independencia ante Bruselas con las que siguen insistiendo, las chapuceras y vergonzantes elecciones autonómicas, por no mencionar los feos políticos que ha tenido la política catalana con el resto de España, nosotros les concedamos el primer tramo de AVE para el "corredor mediterráneo". 

El príncipe Felipe de Borbón en el funeral del sargento
 fallecido en Afganistán
Más nos valdría abrir el túnel Bielsa-Aragnouet para el AVE. Sí, sí, resulta que se puede ir a Francia sin pasar por regiones independentistas de este nuestro desagradecido norte peninsular. Y no infravaloremos el valor que tendría para el  turismo la llegada de la alta velocidad para Alicante, Murcia o Almería. Pero es que nos gusta acariciar al perro que muerde la mano que le da de comer. Claro que al cambio de año tampoco se libra la latente corrupción. Ahora le toca a Durán y los capítulos que nos quedaban del caso Urdangarín. Pero lo peor con diferencia siempre es la pérdida de vidas humanas. Y no sólo vemos la presencia del año pasado en el aniversario del hundimiento del Costa Concordia en la isla de Giglio. También siguen muriendo personas en el extranjero sirviendo a su país. Esfuerzo, obediencia, sacrificio, trabajo... Son tantas las virtudes que estas personas pueden enseñarnos y que podemos aprender sólo viendo cómo desempeñan su trabajo, que a veces contrasta, quizá demasiado, con lo que se ve en la sociedad española de estos días. Soy consciente de que no estamos para tirar cohetes, pero no se nos caen los anillos por proponernos ser mejores personas en lo que vamos saliendo del atolladero.

La expresión del invierno

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