lunes, 4 de octubre de 2010

Haití ha dejado de ser noticia.


Sólo se me ocurre un adjetivo para describir el mundo de la comunicación, en cuanto a las desgracias se refiere. Frío. Para bien o para mal creo que es así. Por favor, si alguien ha oído hablar sobre la desgracia de Haití últimamente que me lo haga saber, porque yo no. Si no fuera por la publicidad que otorgan los medios informativos a las desgracias, no se hubiera movilizado tanta gente cuando ocurrió el desastre natural. Pero no se crean que por no oír hablar de él, ha desaparecido. La pobreza, el hambre, las ruinas y la desnudez siguen patentes en el país. Lo triste y lo que vengo a decir con este artículo es que como ya no es noticia, ya no existe. Como ya no es nuevo, no hace falta informar a la gente de que la miseria y la suciedad siguen estancadas en un país que ya estaba mal antes de sufrir el terremoto.

Cuando haya pasado un año del desastre volveremos a recordar el suceso, pero es triste que sólo sea en los aniversarios cuando nos acordemos de las desgracias y los desgraciados, como el 11-S, el 11-M o, en este caso el "12-E". Como si sólo cuidásemos nuestro matrimonio en los aniversarios o sólo fuéramos simpáticos con los demás e hiciéramos el bien en Navidad. Sí que es cierto que con la vida que llevamos tan ajetreada en los países civilizados no tenemos tiempo para acordarnos de todos y cada uno de los desgraciados y las desgracias de este mundo. Pero no estaría de más que saliera en las noticias más frecuentemente un sondeo de cómo van las cosas en un país al que aún hay gente que tiene la vista puesta en él y que lo hace con compasión, por su pasado y por su presente, pero desgraciadamente también por su gris futuro.