lunes, 18 de junio de 2012

Justicia roja

Escudo del Consejo General del Poder Judicial
Según el artículo 122 de la Constitución Española de 1978, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), es el órgano de gobierno del Poder Judicial en España. Su principal función es velar por la garantía de la independencia de los jueces y magistrados frente a los demás poderes del Estado. Ya es un delito culposo que existiendo una institución con tal fin, siga teniendo la justicia de este país la fama que tiene de politizada. Pero si el presidente del Tribunal Supremo y de este órgano gubernamental dimite por acusaciones sobre malversación de fondos, debería estar tipificado como delito doloso. Porque ¿quién dimite siendo inocente? Siempre quedará ahí el caso Camps, pero nos encontramos ante un protagonista muy distinto, ya que entre sus argumentos se baraja de forma constante su libertad para ejercer sus derechos en su vida privada aprovechando esos viajes a una ciudad que ya no puede ni oír hablar de corrupción. Y es que si repasamos un poco la historia de este país en cuanto a corrupción, malversación o la manía del agarrar lo ajeno... Desde los albores de esta joven democracia nuestra ya hubo a quien le gustaba «trincar». Es una pena, pero aún hay agujeros negros en el historial del duradero tercer presidente de este país desde la Transición. Y así hasta alcaldes, presidentes de autonomías, maridos de «folklóricas» y todo el que ha podido. 

Alegoría de la Justicia española
Gente sin escrúpulos de la que no se espera otra cosa que una alegoría a la Justicia de España que sustenta una balanza porque aún se ve un atisbo de imparcialidad en bastantes juicios. Una representación de una de las virtudes más respetables del ser humano que enseña un pecho como quien no quiere la cosa sin soltar la ley, con tal de no coger la espada. Una Justicia rodeada de gallitos y tan poco estable que es alada. Un poder gubernamental que presume del progreso rodeándose de chimeneas humeantes, pero donde España son unos colores difuminados en el cielo. Una justicia tan poco ideologizada que no podía vestir del gualda predominante en nuestra bandera, ni de hueso o blanco como las figuras de las musas griegas completando la evocación neoclásica de la pintura. No, la justicia tenía que ser como la selección de ahora quieren imponer que sea: Roja. Así nos va señores... Si empezamos a barrer para adentro se nos puede meter de todo en casa. Sobre todo mierda. Porque bien podría cualquier otro denominar a la selección española como La Nacional e igual de correcto sería. Pero nos quedamos con esa burda simplificación de nuestra enseña nacional. No sé si por satisfacer a todos aquellos «rojos» propiamente dichos que no pueden ni ver una bandera española fuera de este tiempo como vampiros a la muestra de un crucifijo (curioso símil). O quizá por las ansias de estos de resucitar viejos símbolos de la época del odio fraternal. Una cosa queda clara: La izquierda es única haciendo propaganda, y la publicidad es maestra ensalzando el sentimiento que sea, cuando es de calidad.  


1 comentario:

la Dama de Shanghai dijo...

La verdad es que lo de La roja, ya cansa un poquito, pero lo que verdaderamente importa es que la que gana y la que vale es nuestra selección española de futbol, si señores, e s p a ñ o l a, con Ñ de ESPAÑA y esto si que tiene que cansar a los reniegan de ser españoles, ¡VIVA ESPAÑA!