jueves, 5 de abril de 2012

¡Ánimo!

María Dolores de Cospedal ejerciendo de costalera. 
Mucha gente se queja de esta crisis y expresa lo mal que lo están pasando muchas familias. Son varios los periodistas que presumen de haber hecho la crítica más jugosa a la crisis que pasamos, tanto económica como de valores. Pero cuando todo el mundo comenta lo mismo en cafés, bares y reuniones familiares, destaca tanto como sirve. España no necesita más gente que se lamente de la crisis, ni que airee las penurias ajenas. España necesita costaleros y penitentes. El paso es macizo y duro de llevar y es mucho peso. Pero merece la pena por toda esa gente que luego aplaude. Merece la pena por las lágrimas de esas mujeres vestidas de negro. Hay ahora mismo toda una banda municipal detrás de nosotros que nos intenta marcar un compás y que nos apoya y acompaña. Y hay un director, un señor que todo lo dirige y grita más que nadie, que nos da ánimos y aliento para que, a una palabra suya, ya sea por la Virgen o por España, se levante el paso reciamente, con orgullo, y como en Fuenteovejuna, todos a una. 

Viñeta autorretrato de Antonio Mingote. 
En Semana Santa se ven varios tipos de lágrimas. Están las de orgullo, ya sea de una madre por su hijo que lleva un Nazareno por las calles que le han visto crecer, o las de un mero espectador que al ver la belleza de la procesión llora como una magdalena y se enorgullece de que los españoles, unidos, hagamos cosas tan bellas como una procesión. Existen también las lágrimas de alegría por haber conseguido lo que no sabíamos que íbamos a lograr, o las de frustración y sufrimiento cuando no consigue salir el paso por las mil aguas de abril. Y también las de pérdida, las que derraman todos los años aquellos devotos que sufren y reviven la muerte de un señor que murió joven, tenía el pelo largo e ideas extrañas y algunos creemos que vivió y murió por nosotros. Lágrimas de pérdida son también las que despedían ayer a un genial ilustrador de España. Ya fuera en una fachada madrileña, en el metro o en papel. Antonio Mingote, supo darle gracia a la realidad española y poner una sonrisa en la mañana del trabajador con un toque de humor. Y así animarnos a ser cada día costaleros anónimos de esta pesada, maciza y preciosa España. 

1 comentario:

la Dama de Shanghai dijo...

Me ha gustado mucho el artículo. ¡Genial!!