El príncipe Felipe en la ceremonia de fundación de los premios |
Hay premios más importantes y prestigiosos que el Príncipe de Asturias. Pero es que el reconocimiento de una sociedad o institución en su defecto, o en su nombre, es importante. Y no sólo por que todo un elenco de celebridades internacionales protagonistas de la actualidad cultural, tecnológica, científica o deportiva visiten nuestro país y se recreen con la sidra y las gaitas de Oviedo. Es porque inclinarse ante la magnificencia de los que son ejemplo a seguir en la sociedad actual, es signo de humildad y de saber reconocer los valores que realmente han de apreciarse. Quizá por su escasez, o por su valor genuino, pero denota sabiduría saber apreciarlos, admirarlos y premiarlos. Eso significan este tipo de galardones. Este año era Martha Nussbaum quien recogía el de Ciencias Sociales, Rafael Moneo el de las Artes y el japonés Shigueru Miyamoto. Otros han recogido el premio de forma colectiva como han sido los mediáticos Iker Casillas y Xavi Hernández. Pero quizá sean los que no son tan mediáticos los que nos deban llamar más la atención, como son el Banco de Alimentos que ha sido premiada con el galardón de la Concordia, o los ganadores del de Cooperación Internacional a la Cruz Roja. Porque hay personas que, aunque no tengan que ser conocidas, sí debemos un reconocimiento.
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