lunes, 16 de abril de 2012

Un siglo de... ¿diferencia?

Cartel promocional del Titanic. 
Un coloso, el titán de los barcos a principios del siglo XX. Desbordaba lujo y grandiosidad, no era sólo el gigante de los barcos, sino una joya flotante a modo de puente para cruzar «el charco». En una sociedad en la que no se conocían las guerras mundiales ni los atentados terroristas, el hundimiento del Titanic se convierte en una de las mayores catástrofes vividas hasta el momento. Ahora que se cumplen 100 años del suceso, el mundo presencia cómo una parte de la civilización se hunde sin remedio. Es una parte en la que reina la especulación, el capitalismo desmedido, la carencia de valores y el relativismo. Por desgracia ese hundimiento está arrastrando a víctimas inocentes, que aún siendo daños colaterales, debemos ayudar a emerger. La raja que ha provocado el iceberg en el casco tiene una pinta fea y es de grandes dimensiones. No se ha visto venir y da igual si es culpa del vigía, o que culpemos al capitán por ser el responsable. Lo importante es que los botes salvavidas se utilicen a ser posible, por encima de su capacidad, y no como ocurrió entonces. Lo esencial es que los que estén en los más altos niveles ayuden a los que tienen el agua al cuello como puedan. Lo mejor es que estamos saliendo, la grieta está reparándose y las calderas desaguándose. Mientras tanto, uno se queda entreteniéndoles con su instrumento que es la palabra, para que se les pase más deprisa y no cunda el pánico. 

Don Juan Carlos I delante del cadáver de un elefante. 
Aunque no es buen momento para dar ánimos con don Juan Carlos I imitando a su nieto en el hospital. Lo cierto es que la noticia tiene su miga, ya que también ha sido por la cruel, sádica y truculenta afición al asesinato de animales por lo que su majestad se encuentra hospitalizado. A diferencia de que esto no lo ha producido una bala. Claro que, lo que sí que ha corrido como una bala ha sido el silogismo generado en la población española: ¿Qué demonios (por no decir otra cosa) hace el Rey de España, de vacaciones en Botsuana cazando elefantes con la que está cayendo en España? No sólo me parece un derroche, sino una desvergüenza digna del capitán del Costa Concordia. Muchos han sido los puntos que ha perdido con este escandaloso viaje «de placer». Y más cuando debería soltar un «¿Por qué no te callas?» a «la Kirchner» por su actuación con su «madre patria» en lo relacionado al oro negro. En definitiva, créanme cuando les digo que cuando empecé a escribir este artículo, no pensaba yo que había tan poca diferencia con respecto a hace 100 años. Lucha por materias primas, hundimientos de bolsa y de barcos, marfil... Menos mal que no hay ébano de por medio. ¿No?

3 comentarios:

la Dama de Shanghai dijo...

La comparación del hundimiento del Titanic con la crisis por la que estamos atrevesando es muy acertada, y la imagen de la semana me ha conmovido, porque cuando vi la película, el acto heroíco que tuvieron los músicos fue uno de los hechos que más me impactaron y sobre todo sabiendo que fue real. Por cierto, la canción que tocaron fue un himno cristiano del siglo XIX, "Cerca de Ti, Señor", autora: Sarah Flower Adams. David, gracias por tu mención especial a estos heroes que optaron por afrontar su destino haciendo lo que mejor sabian hacer, intentando agradar a los demás.

El Padrino dijo...

Muy buen artículo, y me uno a lo dicho por la Dama de Shanghai, sobre lo acertado de la imagen de la semana y el comentario que ha hecho.
Enhorabuena al autor de este blog, creo que cumple su misión como esos músicos, hoy también hace falta de "músicos" que ofrezcan su arte o sus capacidades, al servicio de los demás, para tratar de no sucumbir ante tanto caos.

David Jiménez dijo...

Muchas gracias, lo cierto es que uno esperaba recibir críticas de ególatra, pero ya veo que ha llegado el mensaje que quería transmitir. Un placer desempeñar este servicio tanto cuando se hunde el barco con amagos de naufragio seguro, como cuando emerge hacia la superficie y comienzan sus largas y arduas reparaciones. Gracias, sin lectores no tendría sentido. Un saludo.