lunes, 19 de marzo de 2012

¡Viva la Pepa!

Monumento a la Constitución de 1812 (Cádiz). 
Doscientos años es una cifra que se dice pronto. Pero ya ha llovido en España, y en el mundo, desde que en El Escorial se conspiraba contra el entonces monarca Carlos IV en pos de Fernando VII. Hace mucho desde que en Aranjuez se amotinaron contra el primer ministro, don Manuel Godoy. Son muchos los años que hace que la capitalidad, o sus cortes, pasaron por Aranjuez y Sevilla para llegar finalmente a Cádiz, antigua «Gadir» romana. Y así, cuando las posesiones de España en la península se redujeron a la isla de San Fernando, los españoles, convirtiéndonos en la úlcera de Napoleón (o así lo atestiguó él en sus memorias), volvimos a hacer historia. En 1808 ya lo hicimos cuando demostramos al mundo que Francia no era invencible, con la batalla de Bailén. Y en 1812 redactamos un texto que sería modelo y precedente del resto de constituciones modernas. Se trataba de una Carta Magna cargada de ilusión y buenas intenciones. Era un documento que recogía el sentimiento popular general que obligaba a cosas como a la soberanía nacional, que ahora nos suena a chino y que por entonces significaba que el poder residiera en el pueblo. Uno no quiere ni imaginarse lo que pensarían de nosotros aquellos ilustrados, contemporáneos de la Revolución Francesa, que lucharon por España con valentía y honor además de con navaja, piedra, basto o cazuela y un par de cojones. Muchos fueron los héroes españoles de aquella época en la que se dejaba hablar a los mayores, y todo el mundo intervenía en aquellas Cortes Generales con gracia, elegancia y danzando por el diccionario de un español tan fino, gracioso y elegante, que hasta nuestros vecinos lo envidiaban. Y no chapurreando los rebuznos que se oyen ahora por cualquier calle de Madrid. De aquellas damas y esos caballeros, que no lo fueron entonces pero que lo serían ahora, salieron nombres como: Juan Martín, Francisco Espoz y Mina (sí, fue uno sólo), Juan Díaz Porlier, y el padre Jerónimo Merino, que fue un sacerdote que vio que no había incompatibilidad entre el rosario y el trabuco. No nos dejemos en la lista a Agustina de Aragón cuyos cañonazos hacían temblar los Pirineos. Igual que los primeros llantos, que ya sonaban literarios, de Espronceda o Larra que nacieron en aquella vorágine retratada por Francisco de Goya. 

Personaje goyesco. 
Pero todo eso fue un poco antes. Lo que cumple 200 años este año es la batalla de Arapiles en la que, el General Wellington, a la cabeza de un ejército formado por tropas inglesas, tropas portuguesas y guerrilleros españoles venció a Napoleón. Y apunto que no sería la última vez. Así, exactamente el día de San José, en aquel rincón al sur de esta enorme piel de toro, se promulgó la constitución más moderna de por aquel entonces. Y como en la época se ponía el nombre a los niños según el santo en que nacieran, y los españoles tenemos ese salero, y los gaditanos más, bautizaron a tal documento como La Pepa. ¿Qué decir ahora a aquellos personajes que nos miran desde la historia? Pues que desde hace unos años, una cosa que se llama El Corte Inglés, se ha inventado que este día también es el del padre. Que es algo que le viene muy bien a las guarderías para convertirse en talleres clandestinos de ceniceros de arcilla, carteras de cuero o improvisados marca-páginas. Y que soberanía popular no porque siguen haciendo los de arriba lo que les viene en gana, lo único que les podemos votar cada cuatro años. Sistema bicameral tampoco porque al Senado no se le hace ni caso. Y de patriotismo no se puede quejar nadie, lo malo es que lo digo literalmente. Pero aún quedan algunos con aquel espíritu goyesco que tienen esa gracia al hablar que con un simple cuchillo en ristre lucharían por lo que queda de aquella España. Y aunque ahora con la crisis no se puede hablar de una España feliz y optimista, sí que llevamos 200 años, y lo que nos queda, gritando eso de: ¡Viva la Pepa!

2 comentarios:

la Dama de Shanghai dijo...

¡¡¡ Viva la Pepa !!! y felicidades a todos los padres, a todos los que celebran su Santo y a los seminaristas, para ellos es un día muy importante gracias a su Patrón, San José. Porque entre La Pepa,los Pepes y El día de El Corte Inglés, se nos olvida que la fiesta es en honor de San José, padre putativo de Jesús (de ahi lo de Pepe/ P.P.) y para los católicos fue dia de precepto (misa obligatoria). ¡Qué importantes las clases de religión católica y qué unidas a nuestra cultura!, independientemente de las creencias de cada uno.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el artículo, ha sido muy ilustrativo, rezuma historia y cierta nostalgia por el buen hacer de nuestros antepasados.