León de Las Cortes |
Antaño se hacían llamar Las Cortes. Y las escribíamos así, con mayúscula y todo. Pero desde hace cierto tiempo no hacen más que salir recortes de esas puertas custodiadas por unos leones que parecen más fieros que nunca. A la podredumbre del capitalismo especulativo, se le suma la indecencia de los políticos. Cuando se dejan de oír los ecos de un caso, hasta que se desgastan esos ocurrentes nombres, surge uno nuevo de debajo de una piedra, o de los aledaños de una muralla. Y a las dos fuerzas de este sistema bipartidista les conviene cómo está montado el mecanismo de un gobierno que con cada movimiento se vuelve menos democrático a la vista de un pueblo que se deprime cada vez que se menta España. Es la época en la que nos ha tocado vivir. Son los años de este viejo país que ve pasar el final de un otoño que parece no cansarse de provocar vendavales de protestas ante la caída del empleo y un impasible, frío y pétreo Gobierno qué sólo parece oír a su europeo amo. A mí sólo me queda la esperanza de que todo este malestar, el descontento, el desánimo, sea con la finalidad de que pronto todo vaya a mejor.
Grafismo apocalíptico del 21-12-2012 |
Claro que llega un momento en el que no es fácil creer en los pronósticos de aquellos que te están estrangulando. Quizá haya que pensar en que ojalá los mayas tengan razón. No, no me refiero a que el mundo se vaya a acabar el viernes. Pero sí al auténtico cálculo (y no profecía) de que tal día se iba a producir un cambio. El fin de una época y el comienzo de otra. La transformación del mundo tal y como lo conocemos. Puede ser a mejor, o a peor, o distinto sin más. Tampoco hablo de que comience ese día una tercera guerra mundial y definitiva que acabe con nuestra sociedad de hoy (toquemos madera). Quiero pensar que algo insignificante y sin importancia será el detonante de una ola de acontecimientos que, paulatinamente, irá cambiando la mentalidad del ser humano hasta llevarla a otro nivel. Es cierto que todos los signos, en el periódico y los medios, apuntan hacia abajo en lo que al futuro se refiere. Por aquello de la sociedad de consumo, egoísta, digitalizada, fría y desconectada de los demás. Pero estoy seguro de que cuando estemos todos a punto de reventar, o veamos el meteorito venir, habrá alguien (español seguro) que pensará: «Y no había podido caer en lunes el apocalipsis no...» Porque el ser humano siempre ha sido tan impredecible como maravilloso. Y en ese momento no habrá muestras de odio y muerte fratricida sino sólo de amor. Y aún esperaremos salvarnos, porque la esperanza es lo último que se pierde.
Anuncio que repite esta Navidad y con razón