sábado, 13 de octubre de 2012

Hispanidad

Bandera de la plaza de Colón (Madrid)
Ha resultado una fiesta nacional única. Exceptuando la legión cóndor, ha sido un desfile sin aviones, sin abucheos, sin Mas... En resumidas cuentas un desfile austero y sin tanta polémica como se podía esperar en los tiempos que corren por la plaza de Emilio Castelar. En algunos centros autonómicos de Cataluña o Euscadi se han abierto las puertas para que se vea la laboriosidad de los españoles que no cierran ni en el día de su fiesta nacional, ya que su deber para con el Estado es un compromiso de vital importancia. Y este sentimental y sensiblero universitario casi se emocionaba al presenciar la manifestación que protagonizaban las cerca de 6.000 personas que reafirmaban su orgullo de sentirse españoles en la plaza de Cataluña en Barcelona. Claro que en sus aledaños se vivían escenas bien distintas cuando un padre era insultado delante de sus hijos y unos necios, que no es que se sientan nada, sino que odian su país, pisoteaban el símbolo de la Tierra Madre que nos ha visto crecer y a la que algunos nos gusta pensar que, para bien o para mal, estamos construyendo juntos. ¡Ay! mi querida España... Madre de desagradecidos, admirada y odiada, pero nunca indiferente. Gloriosa antaño. Nación que vive entre la incertidumbre y el recuerdo que los ecos de Sudamérica no le deja olvidar. La excepción de Europa para lo bueno y para lo malo, cónyuge de Portugal sin haber consumado el sacramento. País de extremos, del buen comer, de pandereta y guitarra. Te han llamado tantas cosas, que sólo se pueden englobar en una sola palabra, y es que se te tiene que llenar la boca al pronunciar España. 

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