jueves, 3 de mayo de 2012

Mamelucos

Monumento a los capitanes Luís Daoíz y Pedro Velarde. 
A principios del siglo XIX, el pueblo de Madrid, o mejor dicho, la villa, se levantó contra el ejército más poderoso del mundo por aquel entonces, por intentar llevarse de España a un infante. Ahora, doscientos cuatro años más tarde, uno de los infantes da gracias por no vivir en la época en la que se linchaba a los políticos inútiles y/o corruptos, y no acabar como lo hizo don Manuel Godoy en aquella época. Y es que parece ser que don Iñaki Urdangarín no ha oído ese dicho latino de: «Excusatio non petita, accusatio manifesta», o lo que es lo mismo: Excusa no pedida, acusación manifiesta. Porque negociar con la fiscalía declararse culpable para no ir a la cárcel... Muy negro lo tiene que estar viendo el duque de Palma. Así llega la corrupción hasta uno de los miembros de la familia real. ¿Se disculpará el infante como su suegro? Yo ya he insistido mucho en la crisis de valores por la que atravesamos. Sobre todo en comparación con la época de los héroes españoles de aquel dos de mayo en que se levantaron simultáneamente con cuchillos, guadañas y sartenes y con las palabras de los dos únicos capitanes que desoyeron las órdenes de Murat: «Madrid está siendo atacada. ¡Españoles! ¡Saquemos los cañones a la calle!, ¡Defendamos la ciudad de su asedio!» 

Carga de los mamelucos por Francisco de Goya. 
Tal fue así, que quedó atestiguado cómo el capitán Velarde, a falta de una pierna perdida en la batalla, se hizo un torniquete a sí mismo, y apoyando el muñón en la rueda de un cañón siguió gritando órdenes a sus tropas en pie. Y ahora se oyen a chavales tachar de afeminado el gesto de juramento mutuo por la defensa de Madrid con el que se inmortalizó a estos dos héroes de la historia de nuestro país. No me extraña que los capitanes sostengan espadas deshojadas puesto que los valores que les hicieron memorables hoy se han olvidado, marchitado, e incluso pisoteado por la generación más repleta de ignorantes edonistas que ha parido esta anciana nación. Muchos han olvidado eso que se llamaba valentía o lo que antaño se conocía como respeto. La honestidad no es tan importante como la diversión. Y el patriotismo es algo jocoso, mientras la sacralidad del honor es motivo de mofa. Bueno, la sacralidad en general, y la religión o creencias de cualquier tipo en particular. Igual que los madrileños en la Puerta del Sol combatían entonces contra las milicias egipcias, ahora también muchos luchamos, o intentamos lidiar con auténticos mamelucos, y el resultado se pronostica parecido. 

1 comentario:

la Dama de Shanghai dijo...

Hay veces que deberíamos hacer revivir el espíritu del 2 de Mayo.